Vishvamitra llegó al palacio del rey Janaka con Rama y Lakshmana. La hija de Janaka, la bella princesa Sita, vivía en el palacio junto con sus hermanas menores: Mandavi, Purmala y Sutra Kirti. Ellas eran muy buenas amigas de la princesa Sita. Un día la princesa Sita jugaba en el jardín del palacio, recolectando flores, pero no pudo recoger algunas flores por la altura de la rama. Entonces Sita trajo el arco de Shiva que se encontraba en el cuarto de armas y le disparó a las flores. Mientras el rey Janaka contemplaba la acción de Sita, una idea entro en su cabeza. El rey anunciaría que el héroe quien pudiera tener éxito disparando el arco de Shiva, recibiría a Sita como esposa.
De la misma manera como Rama y Lakshmana eran inseparables compañeros, Sita y Purmala eran muy amigas; mientras que Mandani y Sutra Kirti eran amigas particulares.
Entre todos los héroes reunidos, incluyendo a Ravana, Rama pudo disparar el arco de Shiva con tanta fuerza que este se rompió, y así fue elegido como el esposo de Sita. Janaka informó a Dasarata del matrimonio, quien asistió a la celebración en compañía de sus sirvientes. Lakshmana contrajo matrimonio con Purmala, Shatrugna con Sutra Kirti, y Bharata con Mandani. Después de vivir en Mithila por un tiempo, Bharata y sus hermanos regresaron a Ayodhya; y Vishvamitra partió a los Himalayas a descansar.
Bharata y los otros, en su regreso a Ayodhya, pasaron por el reino de Vides y llegaron cerca del ashrama de Bargava muni. De repente, la forma brillante de un Brahmana con la refulgencia de un Ksatriya, apareció enfrente de la procesión. Vasista comprendió que se trataba de Parasurama, y Bharata y los otros se sintieron alarmados. Parasurama se acercó a Rama quien lo miraba con tranquilidad. Parasurama se sentía muy enojado al saber que Rama había roto el arco de Shiva, el cual pertenecía a su preceptor. Rama trató de pacificarle, pero todas Sus palabras conciliatorias, fracasaron. Parasurama se dirigió a Rama diciéndole:
“!Oh imprudente!, tú me has insultado y también has insultado a mi preceptor. Muéstrame tu poder, toma mi arco y dispara con él”
Entonces, Rama tomó el arco de Parasurama y doblándolo fácilmente, colocó una flecha sobre él. Rama le pidió a Parasurama, que por favor le apuntara el blanco donde debía disparar la flecha. Parasurama sintió temor de que la flecha al ser disparada destruyera el universo entero y le pidió a Rama que por favor recogiera todo el resultado de sus austeridades como el blanco de la flecha. Sin embargo, el arco y la flecha eran el poder de Vishnu. Parasurama le transfirió a Sri Rama el poder de su arco y flechas junto con su propio poder de Vaisnava, cumpliendo así el objeto de su encarnación. Poco después Parasurama se retiró a un ashrama, para ejecutar austeridades permanentemente.
El rey Dasarata había decidido establecer y coronar a Sri Rama como el príncipe. Los habitantes de Ayodhya con todo su corazón le dieron la bienvenida. Sin embargo, la noche previa a la coronación, mientras las esposas de Dasarata alegremente discutían el feliz incidente, Manthara, una sirvienta de Kaikeyi aconsejó a su señora, que le pidiera a Dasarata que exiliara a Rama en el bosque y estableciera a Bharata como el príncipe. Manthara también le recordó a Kaikeyi los dones que Dasarata le había prometido durante la guerra de los dioses y los demonios. Kaikeyi cayó en la trampa montada por Manthara y con cara de venganza se encerró en sus aposentos.
Cuando Dasarata le preguntó la razón de su ira, ella le pidió que convirtiera a Bharata en el príncipe y exiliara a Rama catorce años en el bosque. Al escuchar la petición de Kaikeyi, el rey se desmayo inmediatamente. Sin embargo, cuando Rama escuchó lo acontecido, se vistió con las telas de un renunciante y se preparó a partir hacia el bosque. Sita y Lakshmana también se alistaron para acompañar a Rama en su exilio. Mientras tanto, toda la población de Ayodhya, estaba parada allí, llorando y lamentándose al ver que Rama, Lakshmana y Sita, vestidos de renunciantes, partían de Ayodhya.